-Por Columba Zavala –
Directora Katapulta
Iniciemos este texto pensando en el objeto “silla”, en cómo estamos sentados en este preciso instante; cómo esto condiciona nuestra relación con el espacio y con los otros. Basta con mirar a nuestro alrededor para dar cuenta que las sillas se han vuelto imprescindibles en nuestra sociedad, prácticamente cualquier espacio está provisto de ellas, quizá las únicas excepciones sean espacios de transición en los cuales regularmente aparecen también sillas de espera.
Pero, ¿qué es lo le pasa al cuerpo y a lo largo de las generaciones al permanecer tanto tiempo de nuestras vidas sentados? En una posición, en que la pelvis (donde están situadas las pulsiones, la intuición, la sexualidad, la visceralidad) queda bloqueada, anulada y por consiguiente debilitada. Se han vuelto también un instrumento de control social, y de adoctrinamiento del cuerpo.
En los espacios escolares o de desarrollo infantil, las mismas aulas silencian el cuerpo. El único espacio corporal es la educación física y deportes, que además son vistos como no importantes o de esparcimiento; podemos decir entonces que la educación tradicional anula el conocimiento que deviene del cuerpo.
Quisiera hablar del conocimiento corporal, que resulta de mi práctica artística y de mi práctica docente, de más de diez años. Todo mi campo de conocimiento y acción gira en torno al cuerpo, no precisamente de la Danza (aunque vengo de ahí), sino de prácticas corporales propias, la improvisación, la inter-disciplina e inclusive la terapia física. Como docente nunca pude desarrollar repetidores de movimiento y esta imposibilidad, me llevó a desarrollar en mis clases conceptos abiertos, donde los participantes obtienen un espacio para investigar su propio movimiento, que implica entre muchas otras cosas, caerse libremente, hacer caras, gestos, ruidos, etc.
Es importante concebir el movimiento como un recurso intelectual, como un recipiente de conocimiento y no sólo un espacio de disipación; como una práctica de concentración e interés en sí mismo, profundizar en la investigación corporal para dejar atrás la escisión cuerpo-mente.
El cuerpo todo el tiempo está generando información y mantiene un diálogo veloz y constante, solo hace falta ser observador y mantener abierta la escucha. Las estrategias de comunicación no verbal definitivamente pueden incidir y replantear las estructuras sociales, logrando que se generen un espacios de responsabilidad y autonomía, cuestionando en sí mismas los roles de profesores o autoridades, generando relaciones más simétricas.
Estas estrategias se inscriben dentro de las llamadas pedagogías invisibles o, dentro de prácticas artísticas contemporáneas que nos invitan a la práctica y uso del cuerpo, a la reflexión y al autoconocimiento
¿Qué puede ofrecer el arte en los procesos educativos?
Ofrece una búsqueda de recursos plásticos, sonoros, corporales o mixtos que agudizan permanentemente los sentidos y abren caminos y posibilidades. Es decir, nada fijo ni preestablecido que se moldea con los intereses de cada individuo. Este desarrollo coincide con aquellas teorías de las inteligencias múltiples; donde se habla de la importancia de otros lenguajes y formas de expresión, desde el cuerpo, la emoción, lo social, etc.
Está comprobado que es, a través de experiencias emocionales, sensoriales, sociales, significativas, como más aprendemos, al contrario de las aulas y procesos escolarizados y estandarizados.
Sucede muy comúnmente en casos de estudiantes “problemáticos” (para las instituciones) que al presentarles una práctica artística, se abre el panorama, fluye la comunicación existen otros puntos de contacto quizá nunca imaginados: aquí hay una posibilidad transformadora en el arte.
Me pregunto entonces ¿porqué en las escuelas se siguen desarrollando contenidos, mas que experiencias? ¿porqué los espacios de cuidado, atención psicológica, orientación infantil parten casi exclusivamente de estrategias verbales?
Encontremos entonces el proceso artístico o práctica artística como un otro enfoque en lo que atañe a arte-educación. Esta visión contemporánea que tiene el énfasis en el proceso y la colaboración; donde en ocasiones no se puede distinguir la obra de quien la produce; o donde los soportes de una obra artística pueden ser una escultura, una planta, un objeto cotidiano, una acción o inclusive una práctica pedagógica; basados en procesos de búsqueda personales.
Si la enseñanza artística se alejará de un aprendizaje mecánico y técnico de destrezas ligadas a la representación estaríamos dando un gran salto.
“Hay “trazos”, “garabatos”, “Bosquejos” que nos pueden decir algo de nosotros mismos que no sabíamos, es decir constituyen tiempo de vida con un valor autobiográfico y pertenecen a un conjunto de imágenes personales” Jonh Berger